Micro-historia

Su cuerpo era tibio cuando llegó a mi lado. Mi alma gélida debido a un nuevo tropezón, a una nueva venda que Dios/a sacaba de mis ojos por intermedio de un instrumento que yo he elegido: el hechicero. Tres pasos hacia adelante, dos hacia el lado y uno hacia atrás... por lo menos me encuentro dos adelante de cuando empecé, eso tiene que contar de algo.
Como iba diciendo... su cuerpo era tibio cuando llegó a mi lado. Mi alma gélida. Lo miré de reojo, como de mediolado, un poco tímida, no quería que me viera mirarlo. Con esa media-mirada divisé una nariz respingada y unas orejas un poco puntiagudas. Parecía un elfo salido del mejor libro de ilustraciones de Tolkien. No me asombró entonces que la tibieza de su cuerpo se transmitiera a mi alma.
Cerré los ojos, cansada, deseosa de desaparecer, irme a un cerro por una semana, sola. Desperté abruptamente, con un frenazo y -gracias a Dios/a- sin inminente chichón. Miré al "elfo" sentado a mi lado y lo vi en sus rasgos humanos, con los ojos cerrados, la cabeza tambaleando sobre un cuello cansado de las tensiones del día. Observé el tubo probablemente lleno de planos, la mochila, la botella con agua que salía de ella. Y entonces pensé en lo que le ha pasado a la intimidad del dormir.
Porque dormir al lado de alguien no es cualquier cosa, es un momento bastante íntimo, al menos eso creo yo. Y me pregunto qué le habrá hecho a la intimidad del dormir esta vida de sobresaltos, de ires y venires, de largas horas fuera del hogar y la necesidad de dormir en el asiento de la micro. Cuando me di cuenta de eso no pude seguir durmiendo... dormir al lado de un desconocido... más encima mientras también él duerme! RARO! (Jajaja, que descaro! Después de todas las veces en que el chofer de la Llano me dijo "señorita, terminal. Despierte, se tiene que bajar)
Y así fue, que llegamos a la esquina de la calle X con la calle A (rara esquina, si me preguntan a mí), y ambos nos pusimos de pie para bajar de la micro-sueño. Mi cuerpo se enfrió apenas se despegó del cuerpo de aquel desconocido. Sin embargo, el alma había recobrado cierta tibieza, ya tenía una nueva historia para escribir, y se encontraba -después de todo- dos pasos adelante de donde empezó :)

(El título de micro-historia no era porque fuese uno de esos cuentos de cien palabras ni nada por el estilo, sólo pretendía llamar la atención suya, querid@ lector/a :P)


Bueno sí. Atenas se adelantó un poco. Se le olvidó que no era ella la que corría de los que pertenecían al Panteón. Ella es la que medita, la de la sabiduría. Por correr se tropezó, y ahí está ella con una rodilla herida y la otra machucada. Atenas se retira al Templo por unos días. Hay unas antorchas sin estrenar que necesita encender, antes de volver a salir, e iluminar con ellas las tinieblas.

Imagen sacada de aquí.